Nada más
entrar me quedé “to loco” cuando vi sobre el escenario a Darwin, el cantante de
Exiles, maquillado con una capa
blanquecina y una vena de tinta negra similar a la que en su día llevó el
vocalista de Stravaganzza. Le conocía como sosegado copresentador del programa
de radio “El vagón de la muerte”, junto a Juan Carlos Carchi, por lo que la
sorpresa fue mayúscula.
Este espigado vocalista interpreta a dos voces -la gutural y la chillona- lo que fue el tronco musical común de la noche: un veloz Thrash-Death, acompañado de cuatro acelerados y contundentes instrumentistas (dos guitarras, bajo y batería) con los que se cierra el formación. Durante algo más de treinta minutos sacudieron las cabezas de quienes empezaban a llenar la sala. Poco significativa fue la camiseta de Sex Pistols que llevaba uno de los cafres. Allí la sierra mecánica funcionó a toda potencia, calentando el ambiente de una forma realmente efectiva.
Encontrar algo de su música en la red es poco menos que imposible, así que deberán emplearse a fondo en el estudio. Ya se han presentado varias veces en eventos de este tipo, por lo que ahora toca entrar en el capítulo de “obra legada” (o al menos disponible).
La
severidad de Exiles se transformó en diversión con Embloodyment, una sesión de desfase Death Metal Old School de libro.
Ese cantante coreano con acento sureño es un crack, un cachondo mental y un
buen acicate para dar rienda suelta el meneo metalero. Locuaz y provocador, es
como si sus tres compañeros hubieran fichado a un Death Angel de rasgos
orientales. Él guía este tanque de ruedas dentadas, en el que también destaca
la batería machacante e inmisericorde de José “El abuelo”, un viejo conocido de
esta casa.
Durante los dos primeros temas tuvo que lidiar con el primer incidente técnico de la noche, una cuerda rota del guitarrista, que les impidió salir repartiendo estopa hasta que el problema estuvo solucionado y el compañero volvió a la tarima. Fue un concierto de escupitajos y sudor, de guitarras airadas que corren parejas y resuelven por sí solas.
La
participación a pie de escenario comenzó a animarse mucho más, como preludio
lógico de lo que se veía venir. Los cuatro de Embloodyment terminaron con la
versión de ‘Zombie Ritual’, de Death, que nadie se animó a cantar a dúo pese a
la invitación expresa de su voceras.
El
anfitrión Luis “Percutor” presentó a las estrellas de la gala: Descomunal, desde Quito (Ecuador). La inmediata
rotura de una cuerda del bajista Miguel Vinueza obligó a su cantante a
improvisar una pequeña charla en la que anunció el resto de las fechas de su
gira europea y dio las gracias a los presentes y a quienes habían hecho posible
el evento.
Había
ganas y tensión en el ambiente por recibir a una banda muy poderosa en su país,
cuya franca actitud de “anti-estrellas” rezuma sinceridad por cada poro. La sala
Caravan fue vapuleada por la bestial rotura de este dique del Metalcore
ecuatoriano, peculiar por cuanto desestructurado a conciencia en algunos
desarrollos bien curiosos y originales -un batería con cascos para darle
metrónomo técnico a la base percusiva, un bajista capaz de tocar en vertical y
algunos otros detalles menores-.
La recta
final de la actuación contó con la presencia de Diego, del combo ecuatoriano
Colapso, que además montó en el vestíbulo un puesto de mercadería para vender
camisetas y CDs. Se da la circunstancia de que Diego será quien se haga cargo
del micrófono de Descomunal durante el resto de sus presentaciones en Europa,
ya unos días después el titular Gustavo Dueñas retornaba a Ecuador por motivos
de trabajo.
La
interpretación metalera del himno del país de la “tricolor” paseó por el
estrado una bandera ecuatoriana con el nombre de Descomunal, mientras la
autodenominada “indiada” disfrutaba los últimos segundos del encuentro. Y al
finalizar el vapuleo, la seguridad de que la brecha abierta para el metal
latino en España se agranda más y más. La puerta se quedó abierta… ¡y por ella
nos colamos!
Por
cierto, ¿a quién no saben que vimos entre el público que más atento siguió los
conciertos? Pues al mismísimo José María Ponce, el “padre fundador” del porno
español. ¿Estaría buscando nuevos valores para un hipotético regreso a la
producción de pelis calientes? ¿Los encontró? Bueno, también estuvieron por
allí Javier Endara y Samuel, respectivos cantantes de Wild y Agresiva, ¡pero
ellos trabajan en otros negociados, claro!
Texto: Leonardo Cebrián Sanz
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